¿Tienes barba? En el pasado habrías sido un luchador estupendo

Los vikingos son conocidos por ser una de las poblaciones más rudas de la historia, con sus barbas pobladas, sus cascos de cuernos y sus barcos de madera. Lo cierto es que el tema de los cuernos parece ser poco más que un mito, pero el de la barba está algo más claro.

En realidad, dejar crecer el vello facial era muy frecuente en la mayoría de civilizaciones antiguas, no solo en las de estos bárbaros nórdicos. Hoy en día el cuidado de la barba se ha convertido en algo casi tan común como el del cabello. Existen multitud de productos destinados a que crezca más fuerte y brillante. Y es que, en realidad, su único fin es puramente ornamental, de ahí que sea tan importante que tenga una buena apariencia.

¿Pero qué hay de su aplicación en el pasado? Si retrocedemos a los primeros seres humanos, ¿por qué conservaron los hombres el pelo en la cara y las mujeres no? La respuesta a esta pregunta no está clara. Sin embargo, un nuevo estudio, publicado en Integrative Organismal Biology, aporta algo de luz al respecto, al dar su propia teoría sobre la razón detrás del crecimiento de la barba.

La barba como escudo

Por disparatado que parezca, estudios anteriores a este han demostrado que buena parte de la anatomía humana está destinada a dar y recibir golpes.

Desde la forma de los puños hasta el contorno de la cara, cada pieza fue colocándose para dotar a los homínidos de la capacidad de luchar a puñetazos sin caer al primer golpe. ¿Podría ser que la barba tuviese también una función evolutiva similar?

Esta es la pregunta que se hizo un equipo de científicos de la Universidad de Utah. Para poder responder, tenían dos opciones. Una poco ética, consistente en poner a un grupo de voluntarios a pelearse a puñetazos, y otra bastante más civilizada, que pasaba por el uso de una “réplica de la cara humana”.

Fuente: Hipertextual