A quiet place

Tercera película del habitualmente actor John Krasinski ejerciendo las labores de director, sobre la base de un libreto escrito por los jóvenes guionistas Bryan Woods y Scott Peck sobre el que Krasinski también firma el guión definitivo del film, además de hacer en pantalla uno de los cuatro roles protagonistas. El argumento presenta a una familia que vive aislada en algún lugar de los EEUU en un futuro muy cercano, después que unos monstruos extraterrestres hayan asolado el planeta y hayan matado a todo aquél que hace el menor ruido. Como consecuencia, la familia vive en absoluto silencio, comunicándose a través del lenguaje de los signos aprendido para comunicarse con una hija sorda, mientras su granja es acechada por esos peligrosos seres. Contando con su esposa en la vida real, Emily Blunt, también como su esposa en pantalla, Krasinski filma una película muy efectiva e interesante, que propone una situación (la del absoluto silencio) novedosa en cine, aunque por el camino se cruce con algunos films de género (“Alien”, “Predator” e incluso “Signs”) y momentos algo más trillados, lo que no impide el éxito global del conjunto y algunos instantes de gran tensión.

La directora de fotografía es Charlotte Bruus Christensen, en su primera colaboración con Krasinski, quien había contado con el veterano John Bailey y con Eric Alan Edwards en sus dos anteriores largometrajes. Nacida en Dinamarca, Christensen es uno de los nombres al alza de la fotografía cinematográfica, no solo por el cambio de perspectiva de la industria que ha llevado o posibilitado que más mujeres alcancen la dirección de fotografía (situación coronada con la nominación al Oscar de Rachel Morrison por “Mudbound”), sino también porque ha logrado encadenar una serie de películas importantes desde que “Jagten” (conocida en España como “La Caza”, protagonizada por Mads Mikkelsen) la situase en el mapa. Después han venido títulos como “Far From The Madding Crowd” (2015), la nueva adaptación de la novela de Thomas Hardy a cargo de Thomas Vintenberg, director de “Jagten”, “The Girl on the Train” con Emily Blunt, “Fences” (2016), a cargo de Denzel Washington, así como el debut de Aaron Sorkin en la dirección, “Molly’s Game” (2017), siendo “A Quiet Place” su último trabajo estrenado en cines.

La imagen de “A Quiet Place” destaca, a día de hoy, por haber sido rodada íntegramente en formato 35mm y, además, porque mezcla de forma constante los formatos esféricos y anamórficos. Este último está empleado por lo general en exteriores diurnos y secuencias interiores con buenos niveles de iluminación, mientras que para todos los exteriores nocturnos y las secuencias interiores en bajos niveles, la directora de fotografía recurre a lentes esféricas. Aunque según comentan los cineastas en “American Cinematographer” el cambio se debe a la necesidad de mostrar a los personajes más cercanos (pero no en el sentido de enfocar más cerca), lo cierto es que la decisión parece que obedece más a un criterio logístico que a uno artístico, a pesar que algunas escenas interiores sí que mezclan los diferentes formatos dentro de una misma secuencia. El aspecto es absolutamente moderno, con exteriores diurnos que usan un fuerte contraste y que aprovechan bien la luz natural y la escasa profundidad de campo del anamórfico rodado a grandes apeturas de diafragma para crear o recrear la sensación nostálgica de una familia que, por los sucesos que deja entrever y ver el film, lo ha perdido todo. Además del buen uso de la luz natural y del contraluz, Christensen tiene y aprovecha la posibilidad de emplear grandes aparatos de luz de tungsteno y HMIs en exteriores para crear contraluces sobre los actores o resaltar los fondos, creando imágenes de enorme solvencia y atractivo.

Los interiores también poseen un elevado contraste y, además de algunas fuentes de luz integradas en el decorado, Christensen emplea luces puntuales para resaltar pequeños detalles, o bien luz entrando por las ventanas (algo filtrada para suavizarla) durante las escenas diurnas. Pero quizá lo más llamativo sea que la granja en que transcurre casi toda la acción ocupa un área bastante grande y Christensen tiene que iluminarlo por completo para bastantes escenas nocturnas. Por un lado, con cientos de pequeñas luces de cuerda integradas que los personajes emplean para avisarse los unos a los otros si acecha algún peligro, que cuando éste aparece se vuelven rojas y justifica que Christensen emplee luz de este color sobre los personajes en las escenas de más tensión. Pero por otro, sobre todo, lo que más llama la atención es que, sin ser un film de un presupuesto elevado, todo el maizal y todo el área de la granja está iluminado con una luz de luna (artificial) que permite ver bien todo el set, pero sin caer en ningún momento en la sobreiluminación. Empleando luces tipo BeBee (15 unidades HMI de 6K ubicadas a lo alto de una grúa, como si fueran un Maxibruto) y HMIs de 18Kw a contraluz, Christensen consigue un buen aspecto en esas secuencias, complementando la sensación nocturna con linternas que aparecen en pantalla que hacen un verdadero trabajo de iluminación.

Fuente: www.harmonicacinema.com